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De Arte a Arvidson

Arte

En sentido general es toda actividad humana que, sirviéndose de determinados conocimientos, los aplica para alcanzar un fin. Esta acepción implica para alcanzar un fin. Esta acepción implica, a su vez, 3 distintas acepciones del término:

1) La de la actividad artística en general: Este significado se encuentra, ante todo, en tratados filosóficos y de sociología en general (estética), y con él alude a toda actividad que, sirviéndose de la palabra, el sonido, de los medios plástico – gráficos, o del espectáculo, se propone realizar una idea concebida por la fantasía y aprobada por el gusto y que tiene por fin la producción de lo bello.

2) De la actividad estética plástico – gráfica: En el ámbito filosófico, el término abarca la totalidad del hecho artístico. Pero el vocablo asume, no obstante, un significado restringido y que precisamente es el más usado en la actualidad; con él se indican, sobre todo, a las artes gráficas y plásticas (arquitectura, escultura y pintura).

3) Del oficio o habilidad técnica: Se mantiene en locuciones burocráticas y administrativas (artes y oficios) o de textos históricos y críticos para indicar una actividad especial en la ejecución de un trabajo.

No hay duda de que la coexistencia de los 3 sentidos presenta algún punto de vista de la coherencia lógica. No se entiende, en efecto, porque motivo la actividad que tradicionalmente se reconoce el derecho de violar toda regla en nombre de la inspiración creadora hade ser expresada por una palabra que denota habilidad técnica, o sea la actividad ordenadamente dirigida a un fin. Las razones solamente se aclaran retrocediendo en el tiempo al uso que se hacía de dicha palabra en la Baja Edad Media, retrocediendo aún más, hasta la palabra latina ars y la griega tekne.

Mario Vittorino, en el s. IV, clasificaba las artes en:

1) Artes animi (inmateriales): poesía, música, astrología, gramática, retórica, jurisprudencia y filosofía.

2) Artes corporis (materiales): lanzamiento, salto, velocidad, levantamiento de peso, etc.

3) Artes animis et corporis (materiales e inmateriales): agricultura, gimnasia, arquitectura, medicina, etc.

Tanto ars como tekne eran palabras que tenían un sentido unitario y extremadamente vasto, puesto que se referían a toda actividad que significaba una destreza no innata, sino adquirida a través de un oportuno aprendizaje, es decir, cualquier oficio, ciencia, técnica u profesión y cualquier actividad de tipo estético. No existía una palabra que hiciera distinción entre unas actividades artísticas de otras, lo que coincide, por otra parte, con las lagunas que se hallan en el campo semántico – estético y que se dan en las 2 lenguas clásicas, en las cuales faltan palabras equivalentes a vocablos modernos, como gusto, estilo o fantasía. Si bien ya en la “Política” de Aristóteles asomaba la distinción entre las teknai de orden estético y las otras teknai, ello respondía a exigencias teóricas que fueron extrañas a la mayor parte de la cultura grecolatina. Esta, por sus supuestos intelectuales y por su particular estructura de la sociedad, se inclinaba a polarizar la propia atención sobre cada una de las técnicas (en particular, sobre su no naturalidad y su no casualidad) antes que el momento subjetivo de la creación. Desde su punto de vista extrínseco, la actividad del pintor presentaba rasgos comunes más patentes con las del ceramista y las del decorador que con el músico o el poeta, así como el poeta tenía rasgos comunes con el retórico que con el pintor.

La unidad y la amplitud de la acepción de ars serían modificadas solamente por profundas revoluciones sociales. Estas empezaron a producirse alrededor del s. XII, cuando la necesidad de profundidad en el saber llegó a la creación de instituciones culturales en los que determinadas artes (las liberales) se aprendían, enseñaban y perfeccionaban; así en las teorizaciones de Santo Tomás de Aquino las artes son aún consideradas dentro del mismo ámbito de su esencia, los que ejercen las artes empiezan a tener, en razón del más largo y complejo aprendizaje, una calificación social diferente. En consecuencia, mientras en el latín medieval permanece aún una denominación única para todas las artes, se designan con nombre diferente a aquellas que profesan un arte liberal y a los que ejercen artes no liberales: a los primeros (médicos o poetas, juristas o músicos) se les llama artistas (con un neologismo de indiscutible origen docto), las otras reciben el nombre de artesano (otro neologismo, de factura, sin embargo, popular y dialectal). Sobre la estela de estas 2 denominaciones profesionales difieren, en las nuevas lenguas que empiezan a consolidarse en Europa el nombre de arte tiende a limitarse a aquellas que Mario Vittorino había llamado artes animi y a algunas de las artes animis et corporis, como la arquitectura.

Dos hechos contribuyen a diferenciar las actividades del pintor, del arquitecto y del escultor de todo el conjunto de actividades artesanas. Estos 2 hechos (acaecidos a fines del s. XIV) son: el descubrimiento de la antigüedad y la necesidad de enriquecer los presupuestos intelectuales y técnicos de las artes figurativas. El gusto arqueológico, los estudios de estética, de perspectiva, de anatomía, etc., dieron a pintores, escultores y arquitectos una fisonomía cada vez más parecida a la de los humanistas o de los físicos (en el sentido extremo que el término tenía entonces) y cada vez más alejada de sus predecesores de los s. XIII y XIV y de los artesanos contemporáneos. Con todo derecho, en el s. XV se podía juzgar y denominar la pintura como un arte en el sentido más noble de la palabra, y no como un trabajo u oficio. Por otra parte, hay que tener en cuenta la profunda revolución que, desde comienzos de s. XVI, agitó al mundo intelectual (y por lo tanto a todas las artes) que se había basado durante s. en un principio de autoridad. El racionalismo destruyó este fundamento: las artes como eran enseñadas y aprendidas en los viejos centros de la cultura medieval fueron objetos de sátiras violentas implacables por parte de escritores, eruditos y filósofos. A las viejas artes, caídas en descrédito, las sustituyeron las nuevas ciencias experimentales y matemáticas. Pero con los conceptos decayeron también los nombres: ya a mediados del s. XVI, el término arte no se refería a las ciencias naturales y exactas. Giorgio Vasari la utilizaba ya, si otra especificación, en el sentido de artes plástico – gráficas. Así, por primera vez en la historia lingüística de la Europa occidental existía una palabra que indicaba de modo unitario y específico un grupo de diversas actividades cuya finalidad común era producir belleza. La discusión sobre la unidad de las artes, desarrollada en el s. XVI y continuada en el XVII, llegaron a la conclusión de que las artes figurativas, por encima de la diversidad de materiales y de técnicas, existían circunstancias comunes: el ingenio del creador, el gusto y la activa obra de la fantasía. El sentido de la comunidad de todas las actividades encaminadas a producir lo bello encontró su forma de expresión al crearse la expresión de arte como actividad estética en general; con este significado empezó a difundirse por Europa a fines del s. XVII, consolidándose posteriormente en los s. XVIII y XIX. Esta consolidación se debe, por una parte, a la crisis y desaparición de las viejas actividades artesanas, sustituidas por el trabajo industrial y, por otra parte, al uso preferentemente estético del arte que hicieron escritores y pensadores europeos románticos y postrománticos.

Naturalmente, las polémicas actuales de lo que es el arte podrían modificar en el futuro el significado del término, el cual hoy, en conclusión, se refiere a las actividades estéticas en general, sobre todo en cuanto que es una actividad realizada mediante una técnica.

Arteaga y Alfaro, Matías de, pintor y grabador español (Villanueva de Infantes, Ciudad Real, 1633 – 1703)

Pintor y grabador barroco español, adscrito a la escuela sevillana, que supo recoger en su pintura e interpretar con personalidad propia la doble influencia de Murillo y Valdés Leal.

Hijo de Bartolomé Arteaga, de quien se conocen grabados a buril hechos con cierta corrección, entre ellos el escudo de armas del conde-duque de Olivares publicado en el Panegírico de la Poesía, de Hernando de Vera (Montilla, 1627) y posiblemente las estampas del Breve compendio de la Carpintería de lo blanco (Sevilla, 1633) de Diego López de Arenas, con un retrato del autor firmado Artiaga en 1632.[1] Siendo de corta edad la familia se trasladó a Sevilla, donde se formaría en el taller paterno y en contacto con Murillo, cuya influencia revela su obra temprana junto con la de Valdés Leal, quien se estableció en Sevilla en 1656, el mismo año en que Matías de Arteaga aprobaba el examen de maestro pintor. Un año antes, en 1655, Arteaga había contraído matrimonio con Juana de la Vega, por lo que cabe pensar que ya entonces se había independizado como pintor, aunque nada se sabe de su producción en estos años. En 1660 figuró entre los miembros fundadores de la célebre academia de dibujo promovida por Murillo y Valdés Leal entre otros, de la que llegó a ser secretario. En 1664 ingresó en la Hermandad de la Santa Caridad y dos años después en la Sacramental del Sagrario de la catedral sevillana, para la que realizó algunos trabajos. Viudo hacia 1680, contrajo inmediatamente nuevas nupcias con Juana Isidora y Valdovinos. Para estos años hay constancia también de su trabajo como tasador de pinturas.

El 9 de enero de 1703, gravemente enfermo, dictó su testamento, siendo enterrado el 12 del mismo mes en la parroquial de Santa María Magdalena de Sevilla. El inventario de los bienes dejados a su muerte revelan un modo de vivir acomodado, disponiendo de una esclava y una casa grande y bien amueblada, en la que contaba con una mediana biblioteca y entre los libros guardados en ella una Summa Teológica en latín de Henrique de Gante y la Historia General de España del padre Juan de Mariana, un estudio con todo lo necesario para la práctica del grabado y 153 pinturas. Casi la mitad de estas eran de asunto religioso, entre ellas cuatro series de la Vida de la Virgen de algunas de las cuales se dice expresamente que contenían vistas arquitectónicas, como las que se encuentran en la serie del Museo de Bellas Artes de Sevilla y en algunas otras de sus obras mejor conocidas. También conservaba dieciocho pinturas de floreros, presumiblemente de mano ajena pues no existe constancia de que practicase el género, diez países y una perspectiva arquitectónica, un cuadro de «una mujer asomada a la ventana», quizás original o copia de Murillo, y «veintiún lienzos modelos de Academias pequeños», es decir, desnudos tomados del natural, dignos de destacar por constituir las primeras referencias ciertas a los estudios hechos en la citada academia sevillana de pintura.

Una Aparición de la Virgen con el Niño a santa Rosa de Viterbo, que se conserva en colección privada de Sevilla, firmada y fechada en 1670, en la que sigue modelos murillescos con cierta libertad, es la más primitiva de sus obras conocidas.[3] Pero lo más característico de su peculiar estilo, muy influenciado por Murillo, a quien en ocasiones copia directamente, así como por Valdés Leal, de quien toma las actitudes más movidas, son las series de asuntos siempre religiosos, situadas en amplios paisajes y perspectivas arquitectónicas imitadas de estampas a la manera como también en Sevilla y en los mismos años lo hacía Francisco Antolínez, por lo que no es raro que algunas pinturas, como El nacimiento de la Virgen y Las bodas de Caná del Museo Lázaro Galdiano, se hayan atribuido indistintamente a uno u otro.[4] Hábil en la creación de profundas perspectivas, diestramente iluminadas, en el tratamiento de las figuras y sus expresiones corporales se desenvuelve frecuentemente con cierta torpeza, particularmente si se trata de figuras femeninas, como se observa, por ejemplo, en el cuadro de José y la mujer de Putifar, castamente vestida, conservado en colección privada sevillana formando parte de una serie de cuatro lienzos de la historia del patriarca bíblico.

Además de las citadas series de la Vida de la Virgen del Museo de Bellas Artes de Sevilla y las de colección particular, sus obras mejor conocidas se conservan en la catedral hispalense y en la Archicofradía Sacramental de la Iglesia del Sagrario (Sevilla), anexa a la catedral, para la que entre 1690 y 1691 pintó una serie de ocho asuntos bíblicos tratados como alegorías eucarísticas, a la que pertenecen algunas de las obras más características y mejor logradas de su producción, como Ester ante Asuero y la Parábola del invitado a las bodas, junto al San Elías y el ángel que es, por el contrario, trascripción casi literal de la Liberación de San Pedro de Murillo conservada actualmente en el Museo del Hermitage. De entre 1700 y 1702, al final ya de su carrera, data la segunda de las series pintadas para la catedral, formada por los cinco cuadros de la vida de san Laureano colgados en las paredes de su capilla, de los que en el inventario de los bienes dejados a su muerte figuraban algunos estudios. Como otros pintores sevilllanos debió de trabajar también para el mercado americano, atribuyéndosele allí una serie de ocho lienzos en la iglesia de San Marcelo de Lima, procedentes de algún encargo jesuítico, y una serie de la vida de la Virgen en la Universidad de Puebla (México).

La Giralda engalanada, grabado para la obra de Fernando de la Torre Farfán, Fiestas de la Santa Iglesia Metropolitana, y Patriarcal de Sevilla, 1672.Maestro también en el arte del grabado, la primera de sus obras conocida en esta técnica es el retrato en un óvalo del sacerdote Fernando de la Torre Farfán, con el que mantendría estrecha relación, publicado en su Templo panegírico al certamen poético que celebró la Hermandad insigne del Smo. Sacramento estrenando la grande fabrica del Sagrario Nuevo de la Metrópoli sevillana, libro editado en Sevilla en 1663.[6] Un año posterior es la estampa en la que representó la muerte del inquisidor Pedro de Arbués, imitando la dedicada por Pedro de Villafranca al mismo asunto y de la que también se había servido Murillo, recogida en la Relación sumaria de las festivas demostraciones, con que… el Tribunal de la Inquisición… de Sevilla celebró su beatificación el 17 de septiembre de 1664. Suyas son también, entre otras, las cuatro estampas narrativas de las Apariciones de la Virgen de Guadalupe, recogidas en la edición sevillana del libro del bachiller Luis Becerra Tanco, Felicidad de México en el principio y milagroso origen que tuvo el santuario de la Virgen Maria Nuestra Señora de Guadalupe, publicado en 1685,[7] y los 13 grabados al cobre que con la portada adornan el libro del capitán Antonio de Gaztañeta Iturribalzaga, Norte de la navegación hallado por el quadrante de reducción, publicado en Sevilla en 1692 por Juan Francisco de Blas. También se le conocen algunas estampas sueltas, como una dedicada al retablo del Cristo de la Expiración, titulada Verdadero retrato. Por fin, en el que sería su último trabajo de relieve, proporcionó en unión con Juan Pérez las estampas de la vida de San Juan de la Cruz para el libro del padre Andrés de Jesús María (Sevilla, 1701), inspiradas en las que hizo Gaspar de Boutats para la edición de las obras del santo hecha en Bruselas en 1678.

Pero la obra cumbre del grabado sevillano del siglo XVII se encuentra en el libro de Fernando de la Torre Farfán, Fiestas de la Santa Iglesia Metropolitana, y Patriarcal de Sevilla: al nuevo culto del señor rey San Fernando el Tercero de Castilla y de León: concedido a todas las iglesias de España, por la santidad de nuestro beatíssimo padre Clemente X…, editado en Sevilla por la viuda de Nicolás Rodríguez, 1672.

En él intervinieron como grabadores Juan de Valdés Leal, autor igualmente de algunas de las trazas y ornamentaciones festivas, a quien pertenecen los grabados de los ornatos de la portada principal de la catedral y del monumento alzado en su interior, dos hijos de este: Lucas Valdés, que con once años firmaba varias de las hojas de jeroglíficos, y su hermana Luisa, de diecisiete, y Francisco de Arteaga, hermano de Matías.[10] Pero el grueso de las excelentes estampas que en gran número ilustraban la obra le correspondieron a Matías de Arteaga, entre ellas todas las vistas topográficas de la catedral y su planta y los grabados de portada y anteportada, estos sobre dibujos de Francisco de Herrera el Mozo, con el rey santo flanqueado por Hércules y Julio César y el retrato de Carlos II.

Arteaga, Bartolomé, grabador español (Sevilla, principios del s. XVII)

Padre de Matías y de Francisco Arteaga. Grabó el año de 1627 el escudo de armas del conde duque de Olivares, que anda en un libro, intitulado, Panegírico de la poesía, que Hernando de Vera le dedicó é imprimio en Montilla el mismo año; y una estampa que está en la portada de un memorial ajustado de varios pleytos de la universidad de beneficiados -de Sevilla, promovidos por el abad Gordillo. Contiene diferentes círculos: en el del medio está San Fernando con dos clérigos arrodillados á sus pies: en otro la cabeza del Bautista; y en los demas las armas de la universidad, y otras que parecen ser de Gordillo: todo bastante bien grabado á buril y con alguna correccion. 

Arteaga, Francisco, grabador español (s. XVII)

Hijo de Bartolomé Arteaga. Grabó al aguafuerte en 1672 dos estampas que pueden verse en el libro de las fiestas, que celebró Sevilla en la canonización de San Fernando.

Artemidoro, pintor romano (que vivió hacia el año 30 d. de J.C)

Es conocido especialmente por un epigrama de Marcial, en que este autor le censura la demasiada gravedad de una Venus que pintó y que más bien parecía una Minerva.

Artemón, pintor griego (s. I a. de J.C.)

A pesar de su procedencia griega, vivió en Roma durante el siglo I. Se le atribuye una Estratótica y una Danae recibiendo la lluvia de oro.Artes decorativas o aplicadas

Conjunto de manifestaciones artísticas en la pintura y en la escultura, que no forman parte de la arquitectura. Este conjunto de manifestaciones recibe nombres variados como: artes decorativas, artes aplicadas, artes industriales, etc., que son aplicados según los autores y las tradiciones culturales. La raíz de este problema estriba en conseguir un término mediante el cual se pueda englobar un variado grupo de manifestaciones artísticas, que van desde la cerámica hasta la glíptica, aunque la aplicación de un nombre u otro se trata más bien de un debate terminológico en términos propiamente académicos. No existe un término que se haya consolidado culturalmente de forma rotunda ni que pueda presentarse como el más apropiado. Por ello, cualquiera que sea el término empleado lo que debe trasmitir es la idea de que su objeto de estudio son los objetos artísticos desarrollados por técnicas que no sean las artes plásticas, ni la arquitectura. 

El nombre de artes aplicadas, se ha mantenido hasta la actualidad debido a que fue institucionalizado en la titulación de las escuelas donde se estudiaban estas técnicas artísticas, en las Escuelas de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos. Conceptualmente esta terminología responde a la idea de que en estos objetos lo que se realiza es la aplicación de una cosa sobre otra, es decir aplicar una decoración a un objeto útil; en este mismo sentido se entiende que lo que se realiza es aplicar los principios o procedimientos que le son propios en relación a un fin externo al propio objeto útil.

  El término de artes decorativas, también se trata de un nombre que ha sido institucionalizado, ya que fueron numerosos los museos que en el siglo pasado se denominaron Museo de Artes Decorativas. Alude de modo expreso a la decoración u ornamentación, aquello que se aplica o se sobrepone a los objetos y, como se ha dicho, es equivalente a artes aplicadas en su primera acepción.

Las artes decorativas se suelen categorizar como oposición a bellas artes como la pintura, el dibujo, la fotografía o la escultura. Algunos distintivos entre artes decorativas y bellas artes se basan en la búsqueda de la funcionalidad, el propósito, el status como creación única o la producción de un artista.

Se suele considerar como artes decorativas a la porcelana, el mobiliario, la orfebrería, la metalistería, los textiles, los tapices, los encajes, los bordados, el vidrio y las artes suntuarias.

Artes gráficas

Conjuntos de procedimientos de carácter industrial cuyo fin es producir copias iguales entre si e impresas sobre papel u otros materiales.

Los procedimientos de impresión se suelen clasificar según 3 sistemas:

1) Procedimiento con matrices en relieve: Todas las matrices a una misma altura (tipografía).

2) Procedimiento con matrices en hueco: Todas de diversa profundidad según la intensidad del color. Es la llamada calcografía y se divide en:

Talla dulce: Es el relieve realizado con un buril; la característica de esta calcografía es la nitidez de los trazos.

Huecograbado: Se dice del grabado calcográfico sobre metales para diferenciarlo del grabado en relieve o xilografía.

3) Procedimiento con elementos planos sin relieve alguno: Es la llamada planotipia y se divide en:

Litografía o fotolitografía: Se dice del grabado realizado en piedra por la acción química de la luz.

Fototipia: son los clises fotográficos realizados por medio de la fotografía.

Offset: Es el procedimiento de impresión indirecta, derivado de la litografía, en el cual la plancha entintada imprime un cilindro de caucho que transfiere la impresión al papel. Actualmente se utilizan procesos fotomecánicos para la obtención de los clisés y para la preparación de las planchas. El procedimiento offset permite impresiones de buena calidad y tiradas de gran número de ejemplares.

Respecto al medio mecánico usado en las artes gráficas para efectuar la impresión, también existen 3 tipos de máquinas:

Plano contra plano.

Plano contra cilindro.

Cilindro contra cilindro o rotativa.

En un principio, la impresión fue puramente artesana, solo a veces artistica. La grabación en madera, piedra o metales para conseguir copias sobre diversos materiales (metal, arcilla, etc.) empezó a practicarse desde muy antiguo. Los asirios solían grabar los matrices de sus caracteres cuneiformes y estamparlos sobre la arcilla cruda. También los antiguos egipcios, griegos y romanos grababan moldes para fundir las medallas conmemorativas, las monedas, etc. Pero probablemente el primer país donde se efectuó la estampación por medio de tinta fue China. No obstante el primer libro impreso fue una obra japonesa, llamada “Diamond Sutra”, que data del 11/05/868. Consta de un rollo de 2 mts de largo por 30 cms de ancho que contiene las escrituras budistas. Se imprimió totalmente por medio del procedimiento xilográfico, es decir, usando tablas de madera convenientemente grabadas en relieve. Estas artes, que también suele llamarse tabelaria, se conocía en Europa desde fines del s. XIV, pues ya entonces se producían las estampas de los santos, los naipes e, incluso, los pequeños libros de refranes, máximas y dibujos. Se considera la primera obra xilográfica europea el grabado de “El centurión y los dos soldados”, hallado en la Abadía de Ferte – Sur – Grosne, en Francia y fechada en el año 1370. Este sistema se empleó más tarde en la tipografía, primero para adornar los libros con dibujos e iniciales y, posteriormente, para reproducir ilustraciones en los periódicos, hasta la invención del fotograbado, a fines del s. XIX. Mucho más valor tenían los grabados a buril o puntaseca elaboradas sobre planchas de cobre, método empleado por grandes figuras del arte como Alberto Durero y Paul Gustave Doré. También son célebres algunas obras litográficas dibujadas por sus autores, con lápiz o tinta grasos, sobre piedras calcáreas e impresas en unos o varios colores.

Cada copia de estas reproducciones artísticas obtenidas en las prensas se considera como su fuese original, al contrario de lo que sucede con los originales de dibujos o pinturas, que siempre son únicos.

Actualmente se consideran también parte de las artes gráficas las industrias afines, entre las cuales figuran la fabricación del papel, la encuadernación, la fundición de tipos de letras, etc. En la actualidad, el término también incluye la planificación y producción de publicaciones y el arte comercial.

Artes industriales

Son las desarrolladas con una elaboración industrial o artesanal pero persiguiendo una cierta finalidad estética, sobre todo en la elaboración de determinados objetos como vestidos, viviendas y utensilios, así como diversos elementos de decoración. Muchas artes decorativas son también industriales.

Artes Industriales se caracteriza, tanto por su intención estética como por su utilidad o su intención ornamental; de esta manera, el hombre siempre ha sentido la necesidad de demostrar sus sentimientos o buscar la belleza a través del arte, entonces, no es solamente para observar y disfrutar sino también el concepto de utilidad, siendo entonces artes aplicadas.

Artes plásticas

Término que engloba al conjunto de manifestaciones artísticas que tienen un soporte físico o una sustancia material. 

Su acepción, que tiene un sentido amplio y genérico, deriva del verbo griego plasso, que significa ‘formar’. Según esto, dentro del ámbito de las artes plásticas se encontraría todo aquello que corresponde al dominio de las formas, es decir, aquellas obras que se dirigen directamente a los sentidos de la vista y del tacto, ya que están realizadas -como se ha indicado-, con algún soporte físico o sustancia material. 

Dentro del conjunto de las Bellas Artes, las artes plásticas se diferencian perfectamente de otras artes como la música o la poesía. Se engloban dentro de las artes plásticas, por tanto, la pintura, la escultura, las artes industriales y la arquitectura. Kant las clasificó atendiendo al criterio del volumen, de ahí que incluyera entre las artes plásticas a la arquitectura y a la escultura; posteriormente, Schopenhauer excluyó a la arquitectura entendida como un arte del espacio para dar entrada en su lugar a la pintura. A partir de este momento fueron consideradas artes plásticas, en sentido riguroso y estricto, la escultura y la pintura. El uso del término «artes plásticas» para designar, con carácter restringido, a la escultura y a la pintura es mantenido por algunos estudiosos en la actualidad, mientras que otros, por extensión y al ser sinónimo de formal, incluyen a todas las artes objeto de la disciplina de la Historia del Arte. No obstante, en este último supuesto, muchos prefieren utilizar el término más genérico de «artes visuales».

Por artes plásticas se entiende una clase de arte al mismo nivel que las artes escénicas, las artes musicales y las artes literarias. Las artes plásticas se diferencian de todas aquellas en su forma de expresión, ya que utilizan materias flexibles o sólidas, moldeadas, dispuestas o modificadas de cualquier otra forma a voluntad por el artista.

Dentro de ellas se integran tanto la pintura, la escultura, la fotografía, el dibujo o la ilustración; técnicas como el grabado, el moldeado, el arte del pincel, (u otras artes gráficas), y algunas artes decorativas y artes industriales como la cerámica, la alta costura o la joyería.

Las artes plásticas son la presentación o representación de conceptos, emociones y situaciones de carácter humano por medio de elementos materiales o virtuales que pueden ser percibidos por los sentidos (especialmente el de la vista). Los factores principales en el desarrollo de una obra artística son la materia, el espacio y el tiempo que, combinados, presentan al espectador una situación de la cual él puede apropiarse e interpretar en su propio contexto.

Las artes visuales se diferencian de las artes plásticas por combinar otros recursos como el teatro o la danza en el happening y la performance, o el arte sonoro en instalaciones o intervenciones, es decir, las artes visuales poseen un abanico más amplio e inclusivo de medios para la elaboración de las obras artísticas que las artes plásticas o gráficas. los elementos de las artes plastica son la pintura,el dibujo etc.

Artesanía

Generalmente se designa con este término una actividad productiva realizada sin el empleo de maquinarias, que requieren una cierta especialización y que dan resultados de particular calidad estética. Ya entre las poblaciones primitivas la artesanía (que puede ser exactamente variada en sus fines, en los medios de que se sirve y en la calidad de las ejecuciones) determina, en general, grupos o castas que se transmiten de padres a hijos el oficio, así como ciertas técnicas o procedimientos secretos.

Como fenómeno social, la artesanía se diferencia por un lado del trabajo doméstico, considerado como producción de objetos de uso exclusivamente familiar, y por otro lado de la producción industrial, que se vale de máquinas y en la que la aportación del individuo es abolida o limitada por la producción.

Desde el punto de vista de la calidad, la distinción entre artesanos y artistas, solo se ha ido concretando en tiempos relativamente modernos, se puede decir que a partir del renacimiento, o sea cuando a la pintura y a la escultura se les atribuyó la superioridad sobre las otras artes, consideradas en la Edad Media como parte de la artesanía. Paralelamente a esta evolución se fue creando asimismo una jerarquía de clases dentro de las asociaciones que reunían a los artesanos.

Más tarde al iniciarse la costumbre, que se hizo general en el s. XVIII, de seguir modelos para tallas y decoraciones, se estableció una distinción cada vez mayor, autor del proyecto, y su ejecutor material. La artesanía, limitada a una misión de mera ejecución, sufría entonces una progresiva decadencia, excepto en algunas manifestaciones, como en la orfebrería o en la fabricación de muebles.

Actualmente prevalece la tendencia de extender hasta la prehistoria más remota la idea de una especialización artesana. En las pinturas prehistóricas, encontradas en Francia y en la región cantábrica se pueden observar esquemas y simbologías que presuponen una cierta elaboración cultural, y su ejecución misma revela una continuidad de tradiciones estilísticas. Tales pinturas, halladas generalmente en lugares sagrados, establecen desde este período la conexión entre artesanía y culto religioso, circunstancia que será típica del arte antiguo del Extremo Oriente. Por otra parte, debieron ser motivos prácticos los que determinaron una cierta división del trabajo en la fabricación de objetos de uso común; en efecto, a partir del neolítico, la producción de vasos u otros objetos de uso doméstico está reservada a las mujeres, mientras que las puntas de flecha y otras armas es preferentemente masculina.

La economía agrícola y, por lo tanto, la vida sedentaria constituyen un incentivo para la artesanía. La perfección de un determinado tipo de objeto contribuye al enriquecimiento de los primeros comercios, basados en el intercambio. Algunas técnicas que requiere mayor especialización (como la construcción de casas y la elaboración de metales) menos difundidas y, por lo tanto, más buscadas, dan lugar a la formación de castas que conservan sus secretos de fabricación y propagan sus obras incluso más allá de la zona de origen. El posterior desarrollo de grandes núcleos urbanos, que tenía constante necesidad de mano de obra de todo tipo (grandes santuarios, cortes y ciudades), dio lugar a la creación de comunidades estables de artesanos, a menudo agrupados en determinadas calles y barrios, que trabajaban en talleres, dirigidos por un jefe, prestando cada uno su distinta actividad para la ejecución de una misma obra. El desarrollo del comercio permitió también a algunos centros especializarse en la producción de manufacturas propias (Corinto y Samos en los vasos; Samos y Egina en los objetos de oro; Mileto en las telas). Aunque algunos excelentes artesanos conquistaron fama y consideración social, su condición jurídica en el mundo antiguo fue, en general, desfavorable: considerados a la altura de esclavos, se hallaban incluso privados de la ciudadanía. Sus intereses eran dirigidos por comunidades y corporaciones, con jerarquías probablemente electivas y encargadas de desarrollar también funciones religiosas y asistenciales. En el imperio romano, en época tardía, mejoró su situación y se les permitió alcanzar la dignidad de caballeros; la organización legislativa se hizo también más precisa pues impuso años de aprendizaje obligatorio y concedió exenciones fiscales.

En Constantinopla, convertida en capital artistica del imperio, se estableció, para oficios de particular interés, un sistema de vínculos que impedía el éxodo de los maestros e imponía la continuidad del oficio en el ámbito familiar. Junto a las corporaciones artesanas asumieron cada vez más importancia los talleres imperiales que, para algunas producciones, obtuvieron una especie de monopolio. En la época bizantina y carolingia se enviaban maestros a todas las regiones imperiales, divulgándose así los ideales artísticos de la capital. Por ejemplo, la iglesia de San Vital, en Ravena, fue construida por el concurso de arquitectos y diseñadores de mosaicos bizantinos, e incluso algunos elementos plásticos (capiteles y columnas) se fabricaron en Constantinopla o en algún otro centro artístico.

En la Baja Edad Media, la progresiva disgregación de la unidad política, la despoblación de las ciudades y, en consecuencia, la reducción del ámbito económico – comercial limitaron la producción artesana a los grandes centros culturales que sobrevivían: los monasterios y ciudades que eran sede de la corte. Entonces las artes eran ejercidas por hombres libres, pero sujetos a una rigurosa organización corporativa y a menudo ligada a severas normas de vida. Los estatutos municipales ligaron muchas cláusulas a organizar las actividades artesanas; algunos oficios fueron relegados a las zonas periféricas, para evitar el humo o el ruido (por ejemplo, los vidrieros). Se fueron estableciendo pequeños talleres de carácter familiar; también la actividad de los grandes maestros se desarrolló en el estudio – taller, y la legislación reguló atentamente la relación patrón – operario durante los años de aprendizaje. El tipo de organización de los talleres imperiales, que tenía la ventaja de unir oficios diferentes y controlarlos con una dirección artistica severa, que se implantó en las grandes catedrales, en las que se reunían albañiles, carpinteros, ebanistas, escultores, pintores, orfebres y, a veces, vidrieros, bajo la dirección de un maestro jefe. La supervisión se encomendaba a una comisión de ciudadanos respetables y, naturalmente, al obispo.

La corporación que contaba mayores medios era la de los albañiles. Pudo incluso construirse capillas privadas y locales para sus reuniones (logias). Las grandes dificultades técnicas que planteaba la arquitectura gótica (las altísimas bóvedas y agujas de las iglesias, los ligeros muros abiertos en las ventanas) hicieron de los albañiles cuidadosos poseedores de secretos profesionales: de ahí que en las logias, donde se hablaba de tales secretos, se halle el remoto origen de la masonería, desarrollada más tarde, naturalmente, fuera del ámbito artesano, como una gran asociación secreta. Pero también los vidrieros, pintores y artesanos del metal poseen sus secretos, que eran trasmitidos en manuales y anotaciones, y así, como los arquitectos más famosos, los escultores, y a partir del s. XV, los pintores, acostumbraban a firmar sus obras (lo que demuestra que gozaban de una altísima estimación); también en aquellas hoy llamadas artes menores había maestros que merecieron esta fama, como el orfebre Nicolás de Verdún.

En el mundo oriental la situación no era muy diferente a la de la Edad Media europea; también allí floreció una artesanía de gran calidad, dependientes de las cortes o de los grandes centros religiosos, con una organización jerárquica, prácticamente igual para todos los oficios. En el mundo islámico tampoco estaba bien considerada socialmente la persona del artesano.

Con el humanismo, y por la influencia de los tratados de la antigüedad, que exaltaban, aunque excepcionalmente, la fama y riqueza obtenida por algunos maestros, ciertos gremios de artesanos comenzaron a separarse de los otros y a exigir una superior consideración. Eran estos, en general, los dedicados a las artes del dibujo (pintura, escultura, arquitectura, orfebrería, etc.). Solo con la fundación de las academias, que tenían una precisa orientación intelectual, didáctica y religiosa, y en la que solo se admitían determinados oficios, se consiguió y estableció una distinción entre artesanos y artistas, incluso en el terreno práctico y económico. Este proceso es paralelo a una progresiva desvalorización de la artesanía que, bajo la presión económica, empezó a organizarse de modo semi – industrial. La economía de las grandes ciudades y el desarrollo de los intercambios aumentaron en gran medida la actividad de algunos talleres y dieron lugar, en ciertos casos, a auténticas industrias, como los cristales de Murano.

Los artistas fueron siempre los que realizaron los dibujos para tapices, obras de orfebrería, cristales y tejidos, pero la verdadera relación entre la creación y la ejecución subsistió en el ámbito de las cortes, tan preocupados por la decadencia de la artesanía, que trataron, en muchos casos, de introducir nuevas técnicas de elaboración (como las piedras duras, en Florencia, del tapiz, en Madrid y en París, y de la cerámica en muchos estados europeos de principios del s. XVIII). También las academias que exigían como requisitos necesarios para la admisión el desarrollar una actividad laboral dentro de un estudio, intervinieron a menudo en sentido positivo ofreciendo posibilidades de estudiar el desnudo, los modelos antiguos, etc. Sin embargo, ya en el s. XVIII, en Alemania, empezó a surgir, junto a las manufacturas promovidas por los distintos estados, escuelas de artes y oficios que acogen a más de 1000 alumnos. Estas son las primeras en recoger las exigencias de la industrialización, y también en conciliar el deseo de la alta calidad de los productos con la necesidad de una gran producción. La crisis llegó a ser particularmente grave en la primera mitad del s. XIX, primero en Francia e Inglaterra, y después en todas las naciones europeas. Por una parte empezaron a reclinar y a recluirse en zonas aisladas la producción artesana que antes florecían todas las ciudades; por otras parte, surgieron industrias que reclamaron gran número de maestros especializados. Las escuelas de artes y oficios se opusieron, incluso, como métodos de enseñanzas, a las academias, las cuales tuvieron gran importancia en la organización de las exposiciones universales (a partir de la primera en Londres, en 1851) y la creación de Museos dedicados a la colección, documentación y estudio de las manufacturas antiguas. En el s. XI el programa de tutela de la artesanía se desarrolla sobre todo el arte didáctico, es decir, en la preparación profesional. A finales de s. la reacción la producción masiva cada vez más decadente desde el punto de vista estético, encontró su mayor promotor en William Morris y en el Arts and Craft Movement. Este movimiento predicaba el retorno de los artistas a las condiciones, incluso morales, de la artesanía medieval, con el fin de producir objetos de alto nivel artístico. Pero esta producción, que rechazaba en uso de la máquina, no podía lograr una gran difusión, sobre todo por su alto precio.

Sin embargo, fue importante el aporte de un grupo de arquitectos, como Henry van de Velde, Otto Wagner, Adolf Loos y Frank Lloyd Wright que, polemizando, por un lado, contra la ornamentación (que en el s. XIX era considerada un valor artístico de por sí) y, por otro, contra la baja calidad de la producción en masa, lograron fabricar objetos que unían al alto valor estético las ventajas de una gran funcionalidad y de una más amplia difusión debido a los bajos costos de la producción en serie.

Este principio constituye hoy la base del Industrial design. También el estilo Liberty (Modernismo) el principio de la función y de la elegancia de la estructura aparece como fundamental.

Estas ideas representan una renovación ulterior de las escuelas, que actualmente tienden a una unión directa con la industria; el ejemplo más complejo y metódicamente evolucionado es la Bauhaus de Alemania, Escuela de artes y oficios que dirigía Walter Adolph Georg Gropius, desde 1919 hasta 1929. Según Gropius un deliberado retorno al antiguo sistema artesano sería un error de tradicionalismo atávico. Hoy, artesanía e industria tienden a acercarse cada vez más y deben unirse gradualmente en una nueva unidad productiva que proporcione a cada individuo el sentido de colaboración con la totalidad.

En la práctica este programa solo resulta realizable allí donde el valor del objeto, sobre todo, de sus finalidad, como en el caso de objetos cerámicos. Pero en muchos otros casos el valor estético del objeto está condicionado a su ejecución, como lo demuestra la existencia, en el arte popular, de estupendas manufacturas realizadas con técnicas arcaicas, pero extremadamente coherentes y de sabia realización. Es indudable que en la actualidad solo a estos productos atañe. En rigor, la definición de productos de artesanía.

El artesano, en nuestros días, a pesar de la enorme extensión de la maquinaria y el industrialismo, sigue siendo un elemento importante en el trabajo. Las leyes sociales le protegen y su actividad se considera aún valiosa en muchos aspectos.

Artesanía se refiere tanto al trabajo del artesano (normalmente realizado de forma manual por una persona sin el auxilio de maquinaria o automatizaciones), como al objeto o producto obtenido -en el que cada pieza es distinta a las demás. La artesanía como actividad material se suele diferenciar del trabajo en serie o industrial.

Con el objeto de definir a la artesanía y distinguirla de la industria, Eutimio Tovar Rodríguez en «La artesanía su importancia económica y social»1 ha propuesto como definición de artesanía «toda técnica manual creativa, para producir individualmente, bienes y servicios» y por lo tanto ha definido industria como «toda técnica mecánica aplicada, para producir socialmente, bienes y servicios».

Para muchas personas, la artesanía es un término medio entre el diseño y el arte. Para otros es una continuación de los oficios tradicionales, en los que la estética tiene un papel destacado pero el sentido práctico del objeto elaborado es también importante.

También quedan algunos artesanos que se dedican a los llamados «oficios tradicionales», pero cada vez son menos.

Uno de los principales problemas de la artesanía es la competencia con los productos procedentes de procesos industriales de bajo coste, con apariencia similar a los productos artesanos, pero con menor precio y calidad.

Otra dificultad para los artesanos es la forma de comercializar sus productos, ya que es una característica de la artesanía, que se realiza en talleres individuales o de pocas personas, con poca capacidad para llegar al mercado.

La etimología de la palabra artesanía, deriva de las palabras latinas «artis-manus» que significa: arte con las manos. La artesanía comprende, básicamente, obras y trabajos realizados manualmente y con poca o nula intervención de maquinaria, habitualmente son objetos decorativos o de uso común. Al que se dedica a esta actividad se le denomina artesano. Algunos instrumentos como el telar se usan para crear prendas.

El origen de las artes manuales data de hace muchos siglos, no se sabe con exactitud cuanto tiempo. Lo que se sabe es que data de la prehistoria ya que se han encontrado artefactos hechos manualmente sin la intervención previa o completa de algún tipo de instrumento.

Las diferencias entre arte y artesanía fueron subrayándose a finales de la Edad Media y se consolidaron con el Renacimiento, dignificando la actividad y función social del arte con el artista, y subordinando la artesanía junto con el artesano dentro de la visión occidental. Finalmente el verdadero valor de la artesanía varía de acuerdo a la demografía.

En general, la artesanía se realiza en todos los pueblos de cada país.

  En América: 

  Argentina: El amplio territorio de la Argentina, permite que cada región tenga características propias en cuanto a las artesanías. Existen artesanos de los pueblos originarios que mantienen vivas ancestrales técnicas. También están los artesanos tradicionales que, utilizando materiales como el cuero y los metales como la plata y el oro, realizan excelentes artesanías gauchescas. Por otro lardo, se encuentran los artesanos urbanos que generalmente se exponen y venden sus trabajos en plazas y/o ferias de artesanía. Estas distintas vertientes coniven cada año en un gran encuentro que se realiza en la ciudad de Colón, provincia de Entre Ríos. Se trata de la Fiesta Nacional de la Artesanía en la que se reúnen cada mes de febrero los mejores artesanos del país.

Cuba: En Cuba, los artesanos con gran nivel en sus obras se agrupan como miembros de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA),2 en cuyo caso reciben un carnet de acuerdo a su manifestación y aprobación del ejecutivo nacional, integrado por destacados artesanos y artistas de la plástica cubana. De esta forma queda garantizado la comercialización y promoción de sus obras a través de instituciones estatales dentro del país y en el exterior. Estos artesanos laboran de forma independiente en sus propios talleres y son apoyados por la dirección política y económica del país, se les considera como creadores artísticos.

En Europa:

  España: La artesanía en España es muy diversa y variada, y cada comunidad autónoma dispone de diferentes productos identificativos, aunque generalmente destaca la elaboración de trabajos en cerámica (como los realizados en Castilla y León, la provincia de Granada, en Talavera de la Reina, en Asturias o en Canarias), en vidrio (cuyo centro se halla en Segovia, con la Real Fábrica de Cristales de La Granja), en madera (con focos en Galicia, Asturias, Cataluña, Castilla y León, Islas Baleares y Andalucía), en cuero (Huelva, Sevilla, Albacete y Madrid), en cestería y esparto (Andalucía, Extremadura, Castilla y León, Aragón o Valencia) y en varios metales (las espadas y damasquinado de Toledo y Éibar o la forja segoviana). Además, tiene una extensa representación en el sector textil, en el que se pueden encontrar tejidos (los conocidos de la Alpujarra granadina, las jarapas zamoranas y otras similares en León, Ezcaray y Galicia), bordados (como los de las provincias de Salamanca y Segovia o los de La Orotava tinerfeña) y encajes (comunes en Andalucía y en Almagro), siendo el más común el de bolillos, muy extendido. En España, los artesanos pueden certificar la autenticidad de su producción mediante la obtención del carné artesano correspondiente a su oficio. Los carnés artesanos son otorgados por cada comunidad autónoma.En las Islas Canarias, concretamente en Tenerife existe el centro de Documentación y el Museo de artesanía iberoamericana más grande de Europa4 que pretende enseñar a los visitantes y ususarios el nexo cultural que existe históricamente entre los pueblos a un lado y a otro del océano Atlántico a través de sus trabajos artesanales. Además, existen otros centros conocidos como el de Cabañas de Polendos (Segovia).

Artesonado

Superficie decorada con artesones y que sigue a las formas constructivas de la parte inferior de la techumbre, tanto si es plana o abovedada, comode piedra, madera o metal. El artesón o casetón deriva dsel antiguo modo romano de moldear los techos y su origen hay que buscarlo en el cruce de las lozas de la techumbre con los soportes o arquitrabes: el espacio que queda libre en cada uno de los cruces se decoraba con pinturas o esculturas, colocando a veces un rosetón en el centro. El artesón puede aplicarse a las bóvedas, pero se aplica mucho más a la parte plana de los techos.

Los etruscos decoraban la superficie de sus tumbas con artesones o casetones pintados. También los romanos utilizaron este adorno en pórticos, templos y arcos de triunfo; entre los diversos ejemplos que han llegado hasta nuestros días de estas manifestaciones artísticas en la Antigua Roma, las más importantes son las del Panteón y el pórtico del Templo de Vesta, en Tivoli.

El artesonado adquirió gran importancia en la arquitectura gótica, a partir del s. XII, yse generalizó desde los primeros tiempos del Renacimiento. En el mundo musulmán tuvo gran importancia y así, en el arte árabe en España, destacan los artesonados de la Alhambra de Granada. En realidad, en toda la Península (España y Portugal) los artesonados revelan una gran influencia musulmana, como se ve también en el techo de la escalera del antiguo palacio, que hoy, en Barcelona, es el Archivo de la Corona de Aragón. Especialmente intensa fue la influencia de los artistas musulmanes en Castilla y más aún en Andalucía. Como principales ejemplos del artesonado español destacan: la bóveda del Cimborrio de la Catedral de Burgos, el techo de las casas consistoriales de Sevilla, el Salón de linajes del Palacio del Infantado de Guadalajara, los del Monasterio de Sigena (Aragón), el de la Aljafería de Zaragoza, el de la iglesia parroquial de Velada (Toledo), el del salón del Palacio de las Dueñas de Sevilla, el del salón del Palacio de las Leyes en Toro (de estilo mudéjar y desgraciadamente destruido), el del Palacio de los duques de Úbeda, en Puebla de Montalbán, el de la sala del Pretorio en la casa de Pilatos, en Sevilla.

Los árabes dieron el nombre de alfarje al artesonado y demostraron una admirable maestría en su construcción; sus moldeados eran a veces de yeso, pero, en general, se construyeron en madera y adquirieron formas complicadísimas, a menudo con el aspecto de estalactitas (llamadas mocárabes).

La ya citada influencia musulmana en la Península Ibérica tuvo como consecuencia la aparición del bello y característico artesonado mudejar, que luego se extendió a las colonias españolas de América, especialmente por las tierras del Virreinato del Perú, México y Santo Domingo. Todavía se conserva, en Lima, el techo del Palacio del Senado (antigua Inquisición), el magnífico artesonado ovoidal del Hospicio de San Andrés, el octogonal del Convento de San Francisco, el del Refectorio del Nuevo Convento de Santo Domingo, etc. Desde finales del s. XV el artesonado se usó con bastante frecuencia en la decoración de iglesias y palacios de Italia y también, aunque en menor grado, en la decoración interior de algunos palacios franceses.

Techumbre decorada con relieves profundos de forma cuadrada o poligonal. El origen se encuentra en los techos de casetones o artesones, pintados o labrados en los intersticios de la trama de vigas. Por extensión, el término se aplica a todas las techumbres ornamentales de madera, especialmente a las de origen hispano – musulmán y mudéjar.

Las techumbres adinteladas o planas de madera, mucho más ligeras que los sistemas pétreos abovedados, alcanzaron un gran refinamiento en la arquitectura islámica. El sistema más sencillo era el del alfarje, compuesto por vigas principales o jácenas sobre las que descansan las viguetas perpendiculares, frecuente en numerosos claustros románicos como el de Silos. Más tarde apareció el tajuel, un techo plano suspendido bajo el entramado de vigas que permitía primorosos despliegues decorativos de lacería, que aún se pueden admirar en la Alhambra de Granada o en los Reales Alcázares de Sevilla. Las cubiertas a dos aguas (de par y nudillo o de limatesas), también sirvieron de pretexto para la exuberancia ornamental de los carpinteros musulmanes, como en las cubiertas de la mezquita de la Koutoubia (Marrakech, siglo XIII) o de la sinagoga del Tránsito (Toledo, siglo XIV). Durante el renacimiento se impusieron desde Italia los auténticos motivos de artesonado a base de casetones, de origen romano, y se produjo un interesante mestizaje estilístico que aparece en numerosos edificios de influencia mudéjar en España y Latinoamérica.

Techo de madera cuya estructura tiene forma de artesa invertida y está compuesto de cuarterones o artesones. Esta denominación se extiende a otros tipos de techumbres de madera en los que se usa decoración de casetones poligonales, normalmente rectangulares, en cuyo fondo se suele colocar un rosetón.

El origen de este tipo de cubrición está en la utilización de cerchas de pares y nudillo que constan de dos pares y un tirante, que forman el triángulo principal, y un nudillo o viga horizontal a un tercio de la altura, que lo subdivide. Esta estructura se apoya en unos estribos que reciben el nombre de arrocabes o almarbates. Los nudillos y pares se cierran inferiormente con unos tableros o faldones que dan lugar a unas superficies lisas. El paño central tiene el nombre especifico de almizate o harneruelo, término derivado de harina, así como el propio nombre de artesonado deriva de artesa, forma invertida que toma esta cubrición. El harneruelo era el equivalente al plano en el que directamente caía la harina.

Cuando en la armadura se sustituye el nudillo por un pendolón o tablón que va del tirante a la unión de los pares, el cerramiento se puede hacer por debajo de las vigas de forma que se consigue un único paño denominado cielo raso. Así, el artesonado puede tener: un solo paño; tres, utilizando la estructura de par y nudillo; o cinco, si en el caso anterior se rematan también los extremos menores con faldones inclinados dándole la verdadera forma de artesa invertida. En estancias cuadradas se puede llegar a composiciones más complejas que se asemejan a cúpulas.

Tanto los tableros, que están formados por un entramado de tablas, en cuyos huecos se encajan unas planchas de madera que forman los cuarterones o artesones, y que suelen ser cuadrados o rectangulares con alguna mueca que le da aspecto de estrella, como los tirantes y arrocabes, que en algunos casos son dobles y siempre quedan por fuera de los faldones, presentan una rica decoración en la que se usa el dorado, el color y las incrustaciones de otras maderas. Estas labores de policromado y marquetería representan temas principalmente geométricos, la típica lacería del arte mudéjar, ya que fue en esta época cuando más se usó esta técnica constructiva y tuvo un mayor desarrollo su decoración artística.

En la antigüedad, Grecia y Roma, se utilizó el cielo raso de madera dorado para cubrir las estoas y basílicas.

Arteta, Aurelio, pintor español (Bilbao, 1879 – México, 1940)

Inició su formación en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao, y en 1897 ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, compaginando sus estudios con diversos trabajos como pintor de brocha gorda, retocador de grabados, litógrafo o ayudante del Teatro Real.

En 1902 se trasladó a París, becado por la Diputación de Vizcaya, y viajó por Italia y Bélgica donde recibió la influencia de la obra de Puvis de Chavannes. A su regreso a Bilbao figura entre los miembros fundadores de la Asociación de Artistas Vascos y posteriormente fue nombrado, en 1924, director del recién creado Museo de Arte Moderno de Bilbao, cargo del que dimitió en 1927 ante la negativa del Ayuntamiento de comprar cuadros de Gauguin y otros impresionistas franceses.

En 1930 obtiene el Premio Nacional de Pintura. Al estallar la Guerra Civil se encuentra en Madrid ejerciendo como profesor de dibujo. Se trasladó a Valencia y luego a Biarritz, donde pintó varias obras sobre la contienda. En 1940 se trasladó a México, donde falleció al poco tiempo a causa de un accidente.

Con su obra perseguía una exaltación de su tierra vasca, aunque consiguió superar el folklorismo de corte nacionalista y desarrollar un arte de compromiso social. Proyectó su obra sobre un vigoroso dibujo, en cuyos volúmenes palpita toda la fuerza de su raíces. «Dado a recrear -dice Llano Gorostiza- individualidades de las zonas rurales y pesqueras, envolviéndolas en nostálgicas neblinas, apretadas sobre riguroso y perfecto dibujo, para destacar aún más la tristeza de una despedida al marido o al padre que parte a arrancar sus tesoros al mar, la melancolía del idilio campesino o la resignada humanidad del paisaje urbano que vislumbra la proximidad de mundos febriles». Arteta es, posiblemente, el máximo cantor de Vizcaya, marinera y fabril, compositor de espléndidos murales. A lo largo de su obra se observa una progresiva simplificación de las formas y un aumento de los planos cromáticos, lo que en su última etapa le acerca al estilo de su amigo Vázquez Díaz. Realizó varias pinturas murales como la Rotonda del Banco de Bilbao en Madrid (1923), del arquitecto Ricardo Bastida, y el ábside del Seminario de Logroño (1925).

Podemos encontrar su obra en el Museo de Bellas Artes de Bilbao y en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.

Artiga, Francisco de, pintor, arquitecto, grabador y astrónomo español (Huesca, 1645 – 1711)

Hombre bastante aventajado en las matemáticas, pintó con muy buen gusto, y grabó al buril y al aguafuerte la fachada de la Universidad de Huesca, distinguiéndose especialmente en la arquitectura, cuando dirigió la obra del citado edificio, y el pantano para riego en las tierras inmediatas a la ciudad. Escribió tratados de Fortificación elemental, De Fide matemática, Elocuencia española, Blasones de Aragón en la conquista de Huesca y Batalla de Alcoraz. En su testamento fundó una cátedra de matemáticas en la expresada ciudad de Huesca.

Escribió el Epitome de la Elocuencia Española (1692), retórica en verso que tuvo seis reimpresiones a lo largo del siglo XVII. Francisco José de Artiga se movió en el círculo oscense de Vincencio Juan de Lastanosa e hizo los grabados de su Tratado de la moneda jaquesa (Zaragoza, 1681). Fundó la cátedra de matemáticas de la Universidad de Huesca y diseñó su fachada y desde 1690 supervisó su construcción. Compuso un tratado inédito de poliorcética, Fortificación elemental, que él mismo ilustró. Hizo numerosos grabados religiosos.

Artos Tizon, pintor español (natural de Murcia, que vivió en el s. XVI)

Pintó entre otros cuadros, una Historia de la vida de Santa Catalina. Trabajó con los Ayala, para la Iglesia de Santo Domingo de Cumilla, pintando todas las tablas de la Capilla de los Lozanos. El resto de las obras son dudosas, como el Crucifijo de la Capilla del Santo Cristo del Milagro, de la Catedral de Murcia.

Artschwager, Richard, pintor y escultor estadounidense (Washington, 1923- )

Hijo de inmigrantes, su padre era de origen prusiano y había llegado a Estados Unidos en busca de un clima más benigno para su tuberculosis; su madre, judía nacida en Rusia, había estudiado arte en la Corcoran School of Arte de Washington D.C. y en la National Academy of Art de Nueva York. En 1935, a causa de la enfermedad del padre, la familia se traslada a Las Cruces en Nuevo México, donde pronto Richard se adapta a su nuevo entorno rural. Aquí muestra ya unas claras aptitudes para el dibujo. En 1941, interesado por seguir una carrera científica, se matricula en la Universidad de Cornell, cursando estudios de química y matemáticas. Es llamado a filas y en 1944, enviado a Inglaterra y luego a Francia. En Viena, mientras realiza labores de contraespionaje, conoce a Elfriede Wejmelka, quien será su futura mujer. En 1947 vuelven a Estados Unidos y se matricula de nuevo en la Cornell University obteniendo su graduación en Ciencias Físicas en 1948. Comienza a darse cuenta de que el arte le atrae más que las ciencias y es apoyado por su mujer en la toma de decisión; ambos deciden entonces trasladarse a Nueva York.

En 1949 entra en el estudio-escuela del artista francés Amédée Ozenfant, quién, junto con Le Corbusier, había formulado una nueva estética, basada en el Cubismo, que se conoce como Purismo. Este período de aprendizaje con Ozenfant sería de crucial importancia para su desarrollo, pues, la mayoría de los artistas de Nueva York estudiaban entonces en la escuela de Hofmann. Artschwager no se sintió nunca atraído por la pintura gestual que más tarde derivaría en el Expresionismo Abstracto y durante ese tiempo se mantuvo apartado del mundillo artístico. A principios de los años cincuenta abandona temporalmente el arte y trabaja como tornero y empleado de banca. En 1953 empieza a hacer muebles comerciales y para 1965 producía muebles en grandes cantidades, sencillos, modernos y muy bien hechos. En 1958 su taller se quema en un incendio sin poder salvar nada, pasa entonces una temporada en Nuevo México con su hermana. Allí dibuja el paisaje que le rodea. De vuelta a Nueva York, empieza a pensar en dedicarse de nuevo al arte. Son los años de conclusión del Expresionismo Abstracto y de la aparición pública de la obra de Jasper Johns y Robert Rauschenberg. Artschwager comienza entonces a pintar paisajes, basados en sus recuerdos de Nuevo México, en los que se advierte la importancia del dibujo, característica que será constante en su obra. Expone estos trabajos en una galería de la calle Madison llamada Art Directions en 1959 y consigue poner en marcha de nuevo su taller de muebles lo cual le proporciona una cierta solvencia económica. Visita galerías, aunque sigue sin participar muy activamente en el mundo del arte de Nueva York. En 1960 ve la exposición de Mark de Suvero en la galería Green, que le anima a buscar un lenguaje artístico en el que pueda aplicar sus conocimientos y formación como artesano.

Partiendo de dibujos, construye una serie de pequeños objetos de pared en los que combina la madera y la formica. 

«…De la formica arrancó todo. La formica, ese gran material tan feo, el horror de su época, y que a mí empezó a gustarme de pronto, porque estaba harto de ver tantas maderas hermosas… parecía la imagen de un trozo de madera. Tomando eso y haciendo algo con ello se tiene un objeto. Pero al mismo tiempo es una imagen de algo, es un objeto…». 

Artschwager introdujo en la obra otro material industrial, el papel composit Celotex, en 1962. Ese mismo año, se había fijado en las pinturas sobre celotex de Frank Kline y Artschwager lo aprovechó viendo cómo este material podía acentuar la granulacion y los bordes borrosos. Una de sus piezas más conocidas es Mesa con mantel rosa de 1964, un cubo cubierto de formica como si tuviera un mantel, que fue incluida en su primera exposición individual en la galería Leo Castelli. A partir de entonces, continúa construyendo objetos aparentemente ordinarios, en los que utiliza sus habilidades artesanales y que plantean cuestiones acerca de la utilidad del arte y su papel ambiguo en nuestra cultura. Combinando escultura y pintura, Artschwager ha creado completos hábitats modernos, como por ejemplo un salón exterior para el Battery Park de Nueva York (1985). En la actualidad vive en Rhinebeck, Nueva York y tiene un estudio en Brooklyn.

Arup, Sir Ove, ingneiero de la construcción inglés (Newcastle upon Tyne 1895 – 1988)

Fundador de una de las mayores empresas de ingeniería civil y cálculo de estructuras del mundo. Su influencia ha sido decisiva en la evolución de la arquitectura de posguerra. 

Hijo de padres daneses, Arup estudió en la universidad y en la Real Escuela de Tecnología de Copenhague, se instaló por un breve periodo en Alemania y regresó a Gran Bretaña en 1925 para trabajar en la ingeniería civil. Más tarde colaboró como asesor para el cálculo de estructuras con el arquitecto Berthold Lubetkin, pionero en el manejo del hormigón armado. Fruto de esta colaboración son algunas obras ejemplares, como el edificio de viviendas Highpoint (1933) o la piscina (alberca) de los pingüinos en el zoo de Londres (1939). 

En 1946 Arup fundó su propio estudio de ingeniería, conocido como Ove Arup & Partners. Esta empresa ha trabajado en la mayoría de los edificios emblemáticos de las últimas décadas, como el edificio de la Ópera de Sydney, la catedral de Coventry, el Centro Pompidou en París o la sede del Lloyd’s Bank en Londres, todos ellos caracterizados por sus originales estructuras. El estudio de Arup cuenta desde 1963 con un departamento de arquitectura, fundado por él mismo, que ha cosechado sus mejores triunfos en el campo de la arquitectura universitaria. Ove Arup recibió la medalla de oro de la Arquitectura en 1963 (premio concedido por la corona británica) y fue nombrado caballero en 1971. También se le concedieron numerosos premios en Dinamarca, nombrado caballero en 1965 y más tarde comandante (1975) de la Orden de los Daneses.

Arvidson, grabador sueco (1660-1705)

Estudió en Upsal y fue nombrado grabador del museo de antigüedades. Enamorado de una religiosa de Netherland, huyó con ella a Estocolmo, donde se casaron; pero ella murió al poco tiempo. Él se dedicó al estudio de las lenguas orientales, especialmente el hebreo. Publicó una obra sobre la música del primero de los siete salmos de David, grabada en planchas de cobre.

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